lunes, 8 de diciembre de 2014

El Raku

Raku es diversión, felicidad, tranquilidad. Esto es lo que piensan los japoneses, creadores de la técnica, y lo transmiten con este kanji: 楽焼. También mi padre fue contagiado por este sentimiento y empezó a conocer esta técnica en 2009 y, desde entonces, nunca lo dejó.
Lo que él me ha dicho sobre el Raku es que es una técnica tradicional oriental de elaboración de cerámica, que nació desde finales del siglo XVI. El raku atrajo a los budistas que, durante la ceremonia del té, bebían la infusión en vasijas fabricadas por ellos mismos.
El Raku es una compleja alquimia donde intervienen los cuatro elementos (tierra, fuego, agua y aire) de la cual resultan piezas únicas, siempre maravillosas.

Proceso del Raku

El primer paso para obtener una obra raku es crear un manufacturado de arcilla refractaria, que soporte las fuertes oscilaciones de temperatura. Después las piezas se llevan a un horno a 900° centígrados aprox., a veces también a los 1000 grados. 



Cuando los esmaltes alcanzan el punto de cocimiento se cogen, en estado de incandescencia y se depositan cuidadosamente, con unas pinzas de hierro, en un recipiente lleno de viruta de madera. El contacto con este medio incendia la viruta, y se genera una enorme cantidad de humo que penetra en las piezas y entra a ser parte de ellas. 



Los esmaltes con que han sido pintadas las piezas proporcionan una parte del oxígeno para esta combustión, convirtiéndose así en metal puro, lo cual le da la apariencia característica a esta cerámica. 



Luego de varios minutos, el proceso químico (llamado reducción) se fija bajando bruscamente la temperatura con agua. Se obtienen al final tonalidades, texturas, matices y colores fascinantes y nunca iguales de una pieza a otra, que pueden ser metalizados hasta craquelados, nacarados y tornasoles, peculiaridades de esta técnica.



Fuentes web y otras fuentes (experiencia de mi padre)

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